19/1/09

Producto de un insomnio recurrente a mediodía

¿Qué puedo decir del verano en invierno?

Nada malo seguro, porque aquí el tiempo siempre es el mismo. Todo se podría conservar en estas latitudes si no fuera por el salitre que llega del mar y carcome todo, incluso el alma.

Y es que hace calor a media noche, el ventilador no para de chirriar, las sabanas se vuelven papel celofán, el cuerpo es pesado entonces pero el sueño nunca regresa.

Hace años que veo un poco diferente el aire de la costa, será porque alguna vez pude casi tocar el cielo sin proponérmelo. Estoy en medio de silencios absurdos, de palabras perdidas, de cosas que surgen de la nada, estoy justo en medio y no tengo un sentido de orientación para impedirlo.

Tal vez llueva mañana, pero sé que con pensarlo las cosas no siempre suceden. Me he canso de pensar que todo llegara mañana y me quedo esperando, estúpido de mi porque de tanto esperar mi espalda se ha curvado, de tanto esperar mi mente de a poco se ha atrofiado... ahora tal vez ya es tarde para comenzar a buscar.

Sí, sé que nunca es tarde, pero aun con toda la esperanza que tenga me falta saber que es lo que de verdad me falta encontrar y me temo que en realidad no tengo nada perdido y busco algo que no existe. Espero algo que nunca me ha faltado.

Me cuesta reconocer que siempre he tenido todo alrededor pero nunca pude verlo. No es fácil reconocer que he tenido todas las respuestas en la punta de la lengua, pero no la saliva para escupirla y oírla vibrar en el aire.

¿Qué puedo decir del verano en invierno?

Nada tal vez.

Al menos hoy no se me ocurre nada.

Todo a veces me parece un sueño de esos que se tienen medio despierto.

Solo escribo pendejadas de un síndrome post adolescente a mis casi treinta años.

Son solo palabras absurdas producto de un insomnio recurrente a mediodía.

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