Al mar

Es de noche y solo puedo permanecer en la espera.

Fue solo un pensamiento, todo parecía lejano, fuera de sitio, extraño e irregular... no podía mantener mi mente callada, no podía tampoco dormir. Me levante y fui directo a la calle, camine el kilómetro y medio que separa mi cama del mar.

No había nadie mas a esa hora... camine un poco mas hasta el frágil muelle de madera que sostiene las elucubraciones de sonámbulos inherentes al tiempo y al espacio.

Enciendo un cigarro, intento que la nicotina tranquilice mi sistema nervioso, pero ya sé que es solo una panacea mental, pero eso me tranquiliza. Un sudor frío recorre mi cuerpo, el mar lúgubre y tranquilo a mi alcanza, pero esta noche no quiero abrazarme a el.

Tengo la sensación de mil años en la lengua, escapando poco a poco en el vaho de mi aliento. Todo se llena de estrellas, de esa luz breve que viaja miles de años luz por el universo hasta llegar a mis pupilas dilatadas de ayer.

Abro mas los ojos, intento ser invisible, detengo mi respiración un momento como si estuviese en el fondo del mar y sonrío en lo estúpido que he de parecer. Me incorporo me siento con las piernas cruzadas y enciendo otro cigarro.

A lo lejos el mar parece infinito, parece que no hay limite aparente, todo es así, solo una percepción que no es a veces lo que realmente se es.

Las estrellas de a poco se van diluyendo, la niebla se acerca despacio, el frío mezclado con la humedad hacen mis ojos llorar. Me acuesto de nuevo esta vez al borde del muelle, de lado, dejo caer mi mano hacia el mar para sentir el agua fría que salpica por el ritmo inconstante de las olas que se mecen en un vientre orgánico salado y pleno de soledad.

El mar siempre esta ahí, siempre lleno de ojos que no saben de lo cierto de la luz que surge desde el fondo. Siempre solo e incomprendido.

Podría dormir ahora pero estoy lejos de casa... pero sé que si estuviera en casa solo habría una cosa que desearía hacer... ir al mar...

al mar.